20 formas de arruinar una idea
Hay personas que se sienten agraviadas por la inteligencia de otros. Condenar, enterrar sus ideas les ahorra el deber de aplaudirlas, el esfuerzo de llevarlas a la práctica y la evidencia de su torpeza. Con estas reglas es posible contrarrestar el poder del negativismo al conocer cómo funciona.
He aquí el catálogo destructor:
- Ignorarla. Poner un silencio de muerte a toda propuesta desanimará a su autor, aunque sea de los más curtidos.
- Eludirla. Se presiente la llegada de una idea a la vista del apuro y de la ansiedad del que se prepara a exponerla. Cambiar de tema, levantar la sesión, hacerse el tonto, son modos para evitar que prospere.
- Despreciarla. Es muy eficaz levantar una ceja y decir con voz dulce y tono de asombro «no dirás esto en serio».
- Ridiculizarla. Decir riendo «oh, está muy bien, habrás tenido que velar toda la noche para tener esa idea». Si, por casualidad, esto es verdad, es aún más gracioso.
- Elogiarla. Una avalancha de elogios hará que todos aborrezcan la idea, incluso su autor.
- Propagar que no es nueva. Si se consigue dar a la idea un cierto parentesco con otra ya conocida, el hecho de que ésta pueda ser mejor pasará inadvertida.
- Hacer ver que no va con la política de la empresa. Como nadie sabe cuál es esa política, no se corre ningún riesgo de ser contradicho.
- Hablar de lo que va a costar. Como las ganancias son imaginarias y el costo es inmediato y real, la idea se pondrá en entredicho. Si poner en marcha la idea resulta gratuito, será fácil advertir que lo que no cuesta nada no vale gran cosa.
- Decir que ya se ha ensayado antes. Esta ofensiva es particularmente eficaz cuando la idea viene de un novato, ya que se sentirá que no está al corriente.
- Arrojar la duda sobre ella. Comentarios de tipo «¿no es un poco extravagante, nos conviene tanta sofisticación, no resulta pretenciosa?…» resultan muy eficaces.
- Hacer una contrapropuesta que la bloquee. Si la contrapropuesta cuenta con el apoyo mayoritario, no será difícil disuadir al inventor.
- Modificarla sucesivamente. Este método es muy elegante. Los retoques crean la ilusión al autor de que su idea es tenida en cuenta, ya que parece que se pretende dar cuerpo a la iniciativa.
- Poner en duda la paternidad de la idea. «¿no había hecho ya Javier una propuesta parecida a la que ahora hace enrique?» mientras todo el mundo busca al primero que pensó en ella, la idea puede expirar por falta de oxígeno.
- Condenarla por asociación de ideas. Si se consigue asociarla, aunque sea de refilón, con la bestia negra del grupo, se habrá ganado la partida.
- Desmontarla para ponerla en piezas. Si se manipula la idea durante el tiempo suficiente no quedará de ella más que el despojo.
- Atacar personalmente al autor. Mientras el inventor se repone de la descalificación, la idea habrá pasado al limbo.
- Sostener que se opone a algún oscuro reglamento. Aunque la legislación no afecte directamente a la idea en cuestión, quedará la sospecha de que es irrealizable por ilegal.
- Posponer la idea en el tiempo. Decir que ya se estudiará en una reunión próxima o que se volverá a poner en el tapete en el próximo ejercicio resulta muy eficaz.
- Encargar a una comisión que la examine. Si la comisión nunca se constituye, si el presidente es quien se opone a la idea, se está compuesta por muchos miembros y s tiene plazos de tiempo muy flexibles, la idea estará enterrada antes de nacer.
- Animar a su autor a que la mejore. Si la primera era buena, será largo y desalentador. Si pese a ello encuentra otra mejor, se vuelve a empezar.
Con info de: emprendedoras.com